Siempre que - en una conversación cualquiera - se comenta algo acerca de los idiomas que uno habla o debería hablar y yo digo que hablo cuatro (en tiempos fueron cinco, pero tengo una relación de amor-odio con el alemán que hace que lo olvide una y otra vez), todo el mundo se asombra y me pegunta que por qué y cómo lo hago.
Afortunadamente, cada vez hay más gente que habla tres o cuatro idiomas y ha dejado de ser sorprendente, pero aún tiene algo de extraordinario.
Yo siempre contesto que se debe a dos razones fundamentales: una que necesito hablar, aunque sea con las piedras y la otra a mi enorme facilidad para aprenderlos. Sin esta última no habría sucedido, creo que me habría conformado con dos...
La verdad, es que es algo que no se me da mal. Además, soy de letras y estudié Latín y Griego con muy buenos resultados. ¡Qué le vamos a hacer, cada uno tiene unas capacidades!
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