Uff! ¡Qué de tiempo hace que no escribo (abro) mi blog. Este blog. Al ver la fecha, es - prácticamente - coincidente con el nacimiento del proyecto en el que estoy embarcada en este momento: Divulgades.
Seguro que ya lo conocéis, pero por si acaso, es una preciosa locura de divulgación de ciencia, en la que me encargo, entre otras cosas, de generar contenido para nuestro blog y las redes sociales.
Gracias a esta locura, he conocido a algunas mujeres maravillosas y he retomado el contacto con otras que, al igual que yo, están en esto de reinventarse constantemente. Porque ahora es tiempo de mujeres, es tiempo de ponernos en el lugar que nos corresponde, creyéndonoslo nosotras mismas. ¡Y lo vamos a lograr!.
Cuatro de esas mujeres maravillosas, han decidido celebrar el próximo 8 de septiembre el I Encuentro Profesional de #MujeresImparables. Será en el Hotel Barceló Montecastillo y, seguro, que será un gran éxito. Estoy impaciente de poder encontrarme allí con muchas de ellas, a las que conozco en persona, y otras a las que sólo conozco en el 2.0, tan importante para muchas de nosotras.
Gracias a Lola Rueda, Inés García, María Valencia y Eva Caravaca, por no dejar de "inventar" encuentros. Por supuesto, también a todas esas, visibles o no, que encontraré allí y a las que no voy a poder nombrar en su totalidad.
Para asistir al evento, debes inscribirte aquí.
Yo, que sólo soy una modesta contadora de historias, os dejo esta que escribí hace, aproximadamente, un año y que hace referencia tácita a nosotras #mujeresimparables.
Ser plural
Como cada mañana a la misma hora, sonó el despertador. Al oírlo tuvo la impresión de no haber dormido lo suficiente. Y así era. Había pasado la noche dando vueltas y vueltas, sin encontrar en la cama el sitio donde su cuerpo entrara fácilmente en la fase de ensoñación que precede al sueño.
Abrió los ojos, apretó la tecla de apagado de la alarma y se levantó. Notó que sentía un dolor casi agudo en el estómago y se paró en seco. Miró a su alrededor y no lo encontró. Tragó saliva, hizo acopio de su fuerza y se fue a la ducha. Mientras el agua caliente resbalaba por su piel, repasaba mentalmente una lista de cosas de las que ahora, de nuevo, tendría que ocuparse. Y no iba a ser fácil. En su interior se mezclaban sentimientos encontrados: ira, rabia, odio, amor, compasión, ternura…
Volvió a tomar aire, se miró al espejo y decidió que seguiría adelante. Otras veces ya había pasado por situaciones difíciles y las había superado. Seguro que esta vez también podría. Al menos, eso era lo que se repetía a sí misma una y otra vez cuando se encontró bajando las escaleras a un vecino al que saludó amablemente.
Al fin y al cabo, uno debe saber ser individual para ser plural. Ella lo sabía. No tendría problema.